Una tormenta solar calificada como “severa” por la Agencia Espacial Europea (ESA) impacta esta semana sobre la Tierra, generando efectos tan espectaculares como preocupantes. Mientras el cielo se tiñó de luces rosadas, verdes y violetas en regiones donde este fenómeno no suele observarse -como Estados Unidos, México, Chile y varios países de Europa-, las comunicaciones y redes eléctricas sufrieron interrupciones, y algunos satélites reportaron fallos.

Según confirmó el Servicio Meteorológico Nacional al diario La Nación, lo más intenso ocurrió entre el martes y el miércoles, aunque los efectos del evento continuarán durante los próximos días con menor intensidad. En el hemisferio sur, incluso se registraron auroras en Nueva Zelanda y Australia, una rareza que atrajo a miles de observadores y fotógrafos.

La ESA advirtió que las condiciones geomagnéticas “fuertemente perturbadas” podrían persistir durante al menos 24 horas más, con impacto directo sobre los sistemas de navegación, satélites y redes eléctricas. Sin embargo, aclaró que no existe riesgo biológico para las personas en la Tierra.

Entre las consecuencias prácticas, la empresa espacial Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos, anunció el miércoles la postergación del lanzamiento de su cohete New Glenn debido a los riesgos que implicaba el fenómeno solar.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, la tormenta alcanzó un nivel 4 sobre 5 el martes, y se prevé la llegada de otra eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), que podría provocar una nueva oleada de auroras.

Qué sucede durante una tormenta solar

Durante estos eventos, el Sol puede liberar una enorme cantidad de energía en forma de llamaradas solares, con una potencia comparable a la de mil millones de bombas atómicas. Estas explosiones emiten un torrente de ondas electromagnéticas que viajan a la velocidad de la luz y alcanzan la Tierra en apenas ocho minutos, interrumpiendo transmisiones de radio y sistemas de navegación.

Posteriormente, una lluvia de partículas cargadas -protones, electrones y partículas alfa- llega con velocidades altísimas, afectando a los satélites, dañando componentes electrónicos y representando un riesgo para los astronautas.

Las tormentas más intensas suelen venir acompañadas de una eyección de masa coronal: una gigantesca nube de gas ionizado que, al chocar con el campo magnético terrestre, provoca una tormenta geomagnética. Esta es la responsable de las coloridas auroras, que aparecen cuando las partículas solares interactúan con la atmósfera del planeta.

El espectáculo en el cielo

En México, los cielos se iluminaron el martes con suaves resplandores rosados y verdes, un espectáculo inusual que fascinó a miles de personas acostumbradas a ver este tipo de luces solo en zonas cercanas a los polos.

El año pasado, una tormenta de nivel 5 -la primera en dos décadas- también ofreció un espectáculo similar, visible incluso desde regiones templadas del hemisferio norte.

Para quienes deseen presenciar estas luces naturales, los expertos recomiendan buscar cielos despejados y oscuros, lejos de la contaminación lumínica urbana. Incluso si no son visibles a simple vista, una cámara o un teléfono con modo de larga exposición puede captar la magia que el Sol, en su furia, deja pintada sobre la Tierra.